
Este viernes y domingo, la lluvia finalmente hizo su aparición en Junín y varias localidades de la región, después de casi un mes sin precipitaciones.
Con un promedio de 40 milímetros acumulados, entre las localidades de la zona, el agua trajo alivio a los productores agrícolas, especialmente a quienes dependen de los cultivos de soja y maíz.
Rosana Franco, titular de la Federación Agraria de Junín, destacó a El Diario del Lunes la importancia de las precipitaciones, aunque advirtió sobre su irregularidad: “La lluvia fue muy dispar. En donde llovió, mejora sustancialmente los cultivos. Donde no llovió, los cultivos siguen con deficiencia hídrica. Estamos esperando la próxima lluvia”.
La situación en el campo venía siendo crítica, con zonas que acumulaban hasta un mes sin lluvias y sin perfil en la napa freática.
Franco describió el impacto de la sequía en los cultivos: “Los cultivos vienen sufriendo estrés de calor y hay poco crecimiento. Hojas amarillas. Plantas muertas. La pérdida no se puede cuantificar todavía. Va a haber mermas en los rindes”.
Los productores locales celebraron las lluvias como un respiro necesario para los cultivos que aún tienen posibilidades de recuperarse. Sin embargo, la preocupación persiste en las áreas donde las precipitaciones fueron insuficientes o directamente nulas.
Según los especialistas, el escenario dependerá de la continuidad de las lluvias en las próximas semanas para revertir parcialmente los daños ya ocasionados.
Mientras tanto, los pronósticos climáticos son seguidos de cerca por los productores, quienes esperan que la llegada de nuevas precipitaciones permita salvar parte de la campaña.
El panorama, sin embargo, sigue siendo incierto, con importantes desafíos por delante para el sector agropecuario de la región.
En la BCR estiman que la región producirá “casi 6,4 Mt menos de maíz”. Un golpe fuerte a la producción del cultivo.
“Muy lejos de las mayores producciones maiceras de los últimos 10 años (como la 2018/19, con 14,9 Mt, o la 2019/20, con 15 Mt), la campaña actual muestra un nivel muy parecido a la del 2017/18, ciclo marcado por una severa sequía”, alertaron.
Por eso, de haber sucedido un “escenario normal de lluvias”, en la región se proyectaba con este nivel de siembra una cosecha de 9,9 Mt.
“La falta de agua ya estaría ubicando a la región con 1,8 Mt de maíz 2024/25 por debajo de esa proyección. Sin lluvias importantes en enero, las zonas del sur Santa Fe y norte bonaerense, que recibieron solo 35 mm de los 110 de la media mensual de diciembre quedaron seriamente golpeados”, expresaron.
El golpe es notorio: la condición del maíz en la región núcleo sufrió una gran caída y “los lotes excelentes han desaparecido”, dijeron desde BCR.
“El 45% del área cultivada, unas 550.000 hectáreas, se clasifican hoy como regulares a malas. Solo un 15% del área permanece en estado bueno, mientras que el 40% restante mantiene condiciones muy buenas. El noreste bonaerense es el sector más afectado, con el 78% de los cuadros en mal estado”, anunciaron.
Desde Rojas, los productores diferencian entre los maíces tempranos y tardíos, pero coinciden en que la situación es crítica.
Hacia Pergamino la situación empeora tanto para los tempranos como para los maíces de fechas tardías. Los maíces de segunda se estiman con posibilidades de alcanzar solo 40 qq/ha.
Se está teniendo en cuenta para esta área un nivel de rindes de 60 qq/ha para todo el maíz, nivel comparable con la campaña 2021/22 y solo superado por la gran seca del 2022/23, dónde la media fue de apenas 25 qq/ha.
“Este lote también se había perdido por la sequía de 2023”, lamentó el productor Dante Garciandía, de Carlos Tejedor. En la imagen se muestran cultivos severamente afectados.
Ni hablar de la soja de segunda, que no había recibido lluvias desde su germinación, con un perfil de suelo que venía castigado por el cultivo antecesor. Por su parte, muchos productores no pudieron implantar la oleaginosa por falta de humedad y los campos se observan desérticos.