
por Santiago Comerón
Cerró SOMOS Lincoln y la comunidad perdió una voz fundamental. No solo porque nos enfrentamos a más silencio y desinformación, sino porque detrás de esta decisión están trabajadores que, de un día para otro, se quedaron sin su fuente laboral. Solidaridad total con ellos y sus familias.
Esta situación se suma a otras graves pérdidas laborales que ya golpean fuertemente a Lincoln: los más 200 trabajadores de ARSA, que no cobran o han vuelto al trabajo despojados de la totalidad de su salario y de derechos básicos, los trabajadores de AFIP que cierra la agencia y no saben qué va a pasar con ellos, las trabajadoras del ministerio de Capital "Humano" que fueron despedidas y laburar en blanco para los linqueños se convierte en un sueño imposible. Estamos perdiendo empleos dignos y de calidad, y esto no solo impacta en las familias, sino que también lo hace sobre la economía local.
Cierra SOMOS y la sociedad de Lincoln pierde hoy algo más que un canal: pierde una de sus voces más potentes, el espacio que reflejaba nuestra realidad diaria, nuestros conflictos y nuestros logros. En lo personal, agradezco profundamente todas las veces que SOMOS Lincoln abrió sus micrófonos para que pudiéramos expresar nuestras ideas y visibilizar nuestra impronta militante.
Pero también debemos decir que esta situación no es casual ni neutral. Todo acto vinculado a los medios es profundamente político. Este cierre es consecuencia directa del debilitamiento de políticas públicas que protegían la pluralidad de voces y garantizaban la existencia de medios con identidad comunitaria, cercanos a las problemáticas locales.
La ley de medios, aquella que fue cuestionada y combatida sistemáticamente por grupos económicos concentrados como el que hoy decide el cierre de SOMOS, protegía justamente la producción de contenidos locales frente a intereses corporativos. Su debilitamiento y derogación abrió la puerta a esta realidad, donde decisiones económicas tomadas lejos de Lincoln afectan directamente nuestras vidas, nuestra cultura y nuestras voces cotidianas. Con aquella ley vigente, esta situación habría sido improbable o incluso imposible.
Es urgente que recuperemos en la agenda política y social el derecho a la comunicación como un derecho humano fundamental. Necesitamos terminar con la concentración económica en los medios, que silencia voces locales en favor de intereses corporativos alejados de nuestras realidades.
Hoy más que nunca, debemos defender un proyecto político que genere las condiciones necesarias para sostener y fortalecer una comunicación verdaderamente plural, diversa, democrática y con fuerte impronta comunitaria. Esto implica garantizar políticas públicas efectivas que apoyen a medios locales independientes, financiamiento justo y transparente para proyectos comunicacionales comunitarios, y regulaciones claras que eviten la concentración económica y mediática. Solo así podremos asegurar una comunicación que refleje todas las voces de nuestra sociedad, contribuya al debate democrático genuino y promueva activamente el desarrollo integral y sustentable de nuestras comunidades.
La democracia se debilita, y con ella nuestra capacidad para construir un futuro más justo para Lincoln, para nuestra provincia y para nuestro país.