05/12/2025 - Edición Nº379

Opinión

El Gobierno entendió que el Estado tiene que regular e intervenir

16/07/2025 17:56 |


por Agustín Panizza


En las últimas horas, el Gobierno decidió intervenir de lleno en el mercado cambiario para frenar la suba del dólar. Lo hizo a través de una batería de medidas que incluyó la venta de contratos de dólar futuro, la utilización de los pases pasivos por parte del Banco Central y una nueva licitación de títulos de deuda para absorber pesos. El resultado fue inmediato, se revirtió la presión alcista y se registraron bajas en todos los segmentos del mercado de cambios. 

El dato, que puede pasar como una nota más del día en las páginas de economía, encierra una paradoja que no deberíamos dejar pasar por alto. Porque si hay algo que este Gobierno repite como mantra es su devoción por la desregulación, como bandera ideológica, como método y como rumbo. “El Estado no debe intervenir”, “el mercado se autorregula”, “el precio es libre y sagrado”, “la única verdad es la competencia”, y un largo etcétera que hemos escuchado hasta el cansancio. Sin embargo, cuando el dólar se escapa —ese tótem argentino que mide confianza, estabilidad y gobernabilidad—, no dudan en aplicar medidas profundamente intervencionistas.

¿Entonces? ¿Cuándo vale y cuándo no vale intervenir? ¿Por qué los gobiernos pueden meter mano para evitar una corrida cambiaria, pero no para frenar la suba de alimentos, de medicamentos o de tarifas que castigan a millones de familias?

Lo bueno es que, con estas últimas decisiones, el oficialismo está reconociendo que el mercado no se regula solo. Que cuando hay expectativas desancladas o movimientos especulativos, no alcanza con mirar desde la vereda de enfrente. Que, a veces, hay que hacer lo que tanto critican: tomar decisiones, usar herramientas estatales, regular.

Pero la contradicción es brutal. Mientras se insiste en que los precios de la canasta básica deben moverse “libremente” porque así lo dicta el mercado, se regula con firmeza cuando lo que está en juego es el dólar (no quiero decir que esté mal). ¿Pero por qué no vale proteger al salario? Es que el precio del pan, por ejemplo, parece no prender luces rojas en los tableros del poder.

Y acá se expone la verdadera vara con la que se mide todo. Lo que se regula es lo que afecta a los gobiernos, no lo que afecta a la gente, al pueblo, al trabajador, al empleado.

Quizás no se trate de estar a favor o en contra de la regulación, sino de asumir con honestidad que ningún país funciona sin reglas, sin Estado, sin algún grado de intervención. La clave está en para quién se regula: si para garantizar derechos o para cuidar intereses.

Los gobiernos están para regular, intervenir y tomar decisiones a favor del pueblo y los mercados, del bien común, para eso se vota.