por Agustín Panizza
El precio de los combustibles en Junín atraviesa un nuevo capítulo de aumentos constantes y casi imperceptibles, que en promedio se aplican cada menos de una semana en las estaciones de servicio.
La tendencia mantiene en alerta a automovilistas, transportistas y comercios, que observan cómo el valor de la nafta vuelve a distanciarse de la evolución general de los precios y de los ingresos.
Actualmente, en YPF, la nafta súper ronda los $1.700, mientras que la Infinia ya trepó a los $1.900. En las estaciones privadas la situación es aún más marcada: en Shell, la premium alcanzó los $2.000 por litro, y la súper se ubica en torno a $1.745.
Desde la asunción de Javier Milei el 10 de diciembre de 2023, los combustibles experimentaron una suba acumulada inédita. En ese momento, el litro de nafta súper en YPF costaba $330; hoy, dos años más tarde, vale más de cinco veces ese valor.
La comparación en dólares también revela la magnitud del ajuste: a fines de 2023, con un dólar oficial a $400, el litro de súper costaba el equivalente a USD 0,82, mientras que en comparación con el blue de ese entonces ($1000) costaba 33 centavos de dólar.
Hoy, con la cotización estabilizada en torno a $1.450, el precio local equivale a USD 1,20, alineándose con valores internacionales, pero sin una mejora proporcional del poder adquisitivo interno.
El ritmo de aumentos se aceleró en el último tramo del año. En julio de 2025, el precio promedio en Junín se ubicaba cerca de $1.405. Con las marcas actuales, la suba supera el 20% en apenas cuatro meses, y continúa en ascenso silencioso.
Entre diciembre de 2023 y octubre de 2025, la inflación acumulada fue del 190%, muy por debajo del incremento registrado en los combustibles, que duplicaron esa variación. El desfase impacta de lleno en los costos logísticos, el transporte interurbano, el precio de los alimentos y la actividad económica regional.
El punto de partida del salto fue la fuerte devaluación aplicada tras el cambio de gobierno, cuando el tipo de cambio saltó de $400 a $800 por dólar. A ello se sumaron:
la quita de subsidios,
el reordenamiento impositivo,
la dolarización parcial del precio de los combustibles,
y el vínculo directo con la cotización internacional del crudo.
En la previa electoral de octubre de 2025, el dólar tocó los $1.500, para luego retroceder a 1400 y estabilizarse hoy en los $1.450 actuales. Esa volatilidad se trasladó de forma directa al precio del combustible, empujando nuevos aumentos.
En este contexto, crecen los reclamos por mayor transparencia. La diputada bonaerense Ayelén Rasquetti (Frente Renovador) presentó un proyecto que obliga a las petroleras a informar con 72 horas de anticipación cualquier suba en naftas y gasoil.
“Las petroleras dolarizaron el precio y en un año lo triplicaron frente a la inflación. Mientras algunos defienden el mercado sin reglas, nosotros defendemos a los consumidores”, señaló la legisladora.
El proyecto busca cubrir el vacío normativo generado tras la derogación nacional de la obligación de informar aumentos, amparándose en la Ley Corta de Hidrocarburos (26.197).
Aunque estacioneros afirman que gran parte del “atraso” tarifario ya fue corregido, advierten que persisten presiones sobre el precio final: ajustes impositivos pendientes, variaciones del dólar y el impacto de los biocombustibles. Con este escenario, no descartan nuevas subas antes de fin de año.
Mientras tanto, en Junín los aumentos continúan de manera gradual, silenciosa y cada vez más frecuente, consolidando un escenario donde llenar el tanque se convierte, para muchos, en un gasto difícil de sostener.