por Agustín Panizza
Durante cinco años, la productora juninense Sol Liggera trabajó con un objetivo tan grande como esquivo: lograr que Carlos “Indio” Solari volviera a hablar en una entrevista en vivo para un medio nacional. Este viernes, ese sueño se hizo realidad en Perros de la Calle, el programa de Andy Kusnetzoff en Urbana Play FM, donde el músico habló a corazón abierto sobre su presente, su salud, su manera de crear y su vínculo con el pasado ricotero.
El logro profesional de Liggera no pasó desapercibido: la entrevista comenzó con un reconocimiento público del propio Kusnetzoff, quien celebró el esfuerzo, la constancia y la sensibilidad con la que la productora encaró la misión de acercarse a uno de los artistas más enigmáticos del país.
“Me parecía que ameritaba que ella salude para empezar. Este encuentro que agradezco y que me hace feliz es fruto de la perseverancia”, dijo Andy, antes de darle el micrófono.
Emocionada y probablemente conteniendo lágrimas que se venían acumulando hace años, Sol logró pronunciar unas palabras breves pero repletas de sentido personal: “Hola, Míster querido”, dijo, explicando que así iniciaba todos los posteos y mensajes que le enviaba al músico.
“Aguanté hasta acá sin emocionarme.”
La mención, acaso mínima en tiempo, fue enorme en significado: detrás de cada gran entrevista hay alguien que no suelta, y en este caso, esa figura tiene nombre juninense.
El Indio recogió el guante con humor y sinceridad: “Mis productores son perseverantes, pero porque son freaks. Yo le contaba a ella que tengo la suerte de tener enamoramiento por lo que hago: tengo en cada computadora 23.000 elementos en los discos rígidos. Tengo canciones para la cuarta generación de Solaris, Místeres del futuro, porque amo lo que hago, soy amateur, no, no soy profesional:, amo lo que hago. Y bueno, así me va bien; me va mejor que con mi relación con Dios, porque me está cagando a patadas en el culo, porque estoy permanentemente aceptándolo como el rival que se merece”.
Sobre su convivencia con el Mal de Parkinson contó: “No es una buena mañana, pero yo me estoy acostumbrando a eso también porque es una enfermedad que te obliga a aprender a vivir de nuevo. Yo cuando no tengo asistencia tardo 40 minutos en ponerme un suéter. El día que estás mal, estás mal”.
Más adelante reflexionó sobre su relación con la muerte: “No tengo ningún miedo. creo que cuando tengas 76 años vos tampoco vas a tener miedo a la muerte”. “¿Pero entonces antes la tenías y ahora no?”, lo interrogó el conductor. “No, porque la vida mía ha pasado con pie rápido. Cuando tenés una personalidad como la mía, la gente te va transformando en un inútil también, porque te hacen todo: te te van abriendo las puertas, vos vas caminando y no te para nadie. Y eso te malcría. (A la muerte) la pienso en términos poéticos, y vivo de la misma manera que cuando tenía 20 años, en el presente; y no se me ocurre pensar en eso y no se me ocurre saber cómo es, nada: no sé cómo abarcar la muerte. Es como una gloria que te excede”.
En diferentes pasajes reflexionó sobre su actividad constante en la creación: “Yo soy un enamorado digital. Yo les digo a aquellos que dicen: 'No, el analógico, la calidez'; la calidez es todo el espectro que hay de suciedad entre la nota y el otra. Vos tocás una guitarra y te da el acorde (en el mejor de los casos: en las guitarras, las cuerdas siempre desafinan), pero el sonido cuando se proyecta luego del primer tañido está viciado de sonoridades que no son acordes. En cambio, el digital es 01-01. Es decir, el sonido, no sonido, sonido, no sonido. Tenés que encargarte vos de que sea lindo lo que hacés”.
También contó: “Las melodías es lo más fácil, tengo mucha facilidad para melodía, mucha facilidad. Lo que hago es agarrar el sonido y empiezo a ver la melodía, un arpegiado, algo así. Voy viendo: lo que me va gustando va quedando y lo que no va también queda como basura. (...) Las canciones buenas salen inmediatamente, porque apretás las teclas de dos o tres lugares del aparato y aparece algo que te conmueve, que te gusta. Los tonos menores son melancólicos, los mayores son festivos. Es difícil hacer música con la alegría, con la felicidad, que con la melancolía o con el drama. Y aparte digo siempre (es mi chiste viejo) que ya hubo un artista argentino que hizo lo único que se podía hacer: ‘La felicidad. Jaja jaja”, lo hizo Palito Ortega”.
La presencia de Sol Liggera detrás de la nota no fue un detalle menor: fue una reivindicación del rol detrás de escena, pero determinante de quienes trabajan en la producción. Desde Junín al centro mismo de una exclusiva mediática que hizo ruido en toda la escena musical.
Cinco años de mensajes, llamados, gestión y paciencia se sintetizaron en un saludo breve, pero cargado de historia. La entrevista al Indio Solari fue un acontecimiento nacional. Pero también fue, para nuestra ciudad, el reconocimiento a una juninense que soñó en grande y cumplió.