Luego de un prolongado período de sequía que se extendió por casi cinco años, el barigüí volvió a hacerse presente en Junín y la región, generando nuevamente molestias entre vecinos y vecinas.
Se trata de un insecto diminuto pero muy agresivo, conocido por sus dolorosas picaduras, que desde hace más de dos décadas aparece cada verano en el noroeste bonaerense, incluso a pesar de los controles y fumigaciones que se realizan de manera periódica.
La reaparición del barigüí está directamente vinculada al cambio en las condiciones ambientales registradas en los últimos meses. Las abundantes precipitaciones, el aumento del caudal del río Salado y la presencia de agua en canales y zonas bajas crearon un escenario propicio para el desarrollo de este insecto, que necesita correntadas, vegetación y materia orgánica para completar su ciclo reproductivo.
Ante este contexto, desde el Gobierno de Junín se vienen reforzando desde hace semanas los controles y monitoreos en distintos puntos estratégicos, principalmente a la vera del río Salado, canales de desagüe y sectores considerados críticos.
Estas tareas están a cargo del equipo de la Subsecretaría de Ambiente, que realiza muestreos para detectar la presencia de larvas y anticiparse a posibles brotes.
Según se informó oficialmente, en los primeros relevamientos no se detectaron masas críticas de larvas de barigüí, aunque las autoridades advirtieron que podrían aparecer cuando el nivel del agua comience a descender.
En ese sentido, los monitoreos permiten actuar de manera temprana mediante controles biológicos, principalmente con el uso de insecticidas específicos como el BTI, que atacan las larvas sin generar impacto ambiental negativo.
La subsecretaria de Ambiente del Municipio, Cecilia Laffaye, explicó que “dadas las circunstancias en las que nos encontramos, con períodos de muchas lluvias e inundaciones, que son situaciones que se asocian con este tipo de insectos, llevamos a cabo con mayor ahínco los trabajos de vigilancia y monitoreo sobre cómo se comporta esta plaga”.
Además, detalló que el foco principal está puesto en el río Salado, debido a su caudal, correntada y la gran cantidad de sustratos naturales como juncos y materia orgánica, condiciones ideales para el desarrollo del barigüí. “Por el momento los muestreos dieron bien y no se observa una masa crítica de larvas, que es donde más hacemos hincapié”, señaló.
El barigüí no es un insecto nuevo para la región. Su presencia se remonta a más de 20 años atrás y, con mayor o menor intensidad, reaparece casi todos los veranos. Sin embargo, la extensa sequía que afectó a Junín y gran parte del noroeste bonaerense había provocado su virtual desaparición en los últimos años.
Con el regreso del agua y la recuperación de cauces y humedales, el insecto encontró nuevamente condiciones favorables. Desde el Municipio recordaron que los controles se realizan todos los años desde la primavera, intensificándose cuando suben las temperaturas, y remarcaron que, hasta el momento, la situación está lejos de los escenarios críticos registrados en años como 2017.
Finalmente, las autoridades pidieron tranquilidad a la población y aseguraron que los monitoreos continuarán tanto en el río Salado como en los canales que desembocan en él, especialmente en zonas rurales, el Parque Industrial y áreas cercanas a las lagunas, con el objetivo de prevenir una proliferación masiva y minimizar el impacto en la vida cotidiana de los juninenses.
Es fundamental reaplicar el repelente frecuentemente, ya que estas moscas son muy resistentes y su picadura, aunque raramente transmite enfermedades, causa dolor e inflamación.