
En la última década, Argentina experimentó una notable disminución en su tasa de natalidad. Según datos recientes, los nacimientos cayeron un 40% desde 2014, pasando de 770.000 a 425.000 en 2024.
Este cambio demográfico se refleja en la estructura de los hogares: actualmente, el 57% de las familias argentinas no tienen hijos menores de 18 años, comparado con el 44% en 1991.
El fenómeno modifica la estructura familiar e impacta en las dinámicas sociales, cambios culturales y comerciales de muchas ciudades, como Junín. También, se refleja en el ámbito educativo donde actualmente, por ejemplo, hay vacantes sin cubrir en los jardines infantes.
El 75% de los argentinos considera a sus mascotas como parte de la familia. Esta humanización de los animales va de la mano con el descenso de nacimientos: hay más perros y gatos, y menos bebés.
En Junín, este fenómeno se traduce en el auge de los pet shops. Comercios o nuevos emprendimientos vinculados al cuidado animal ofrecen alimentos premium, accesorios, guarderías y hasta servicios veterinarios móviles. La demanda no para de crecer.
Se trata de un nuevo paradigma que muestra cómo el concepto de familia se amplía, muta y refleja cambios globales: más vínculos afectivos con mascotas, hogares más pequeños, menos niños y más adultos mayores.
Menos nacimientos
Un estudio del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, basado en datos del INDEC, reveló que los hogares sin niños representan hoy el 57% del total, frente al 44% en 1991. La inversión en los porcentajes es contundente: en 1991, el 56% de los hogares tenía menores de 18 años; hoy ese número se redujo al 43%.
Los resultados se dieron a conocer el jueves 15 de mayo, en el marco del Día Internacional de la Familia. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), esta fecha busca “crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje que existen para los niños y las niñas y los jóvenes”.
“A pesar de que el concepto de familia se ha transformado en las últimas décadas, evolucionando de acuerdo a las tendencias mundiales y los cambios demográficos, las Naciones Unidas consideran que la familia constituye la unidad básica de la sociedad”, han postulado desde la ONU.
A esto se suma el crecimiento de hogares unipersonales (del 13% al 25%) y monoparentales —en su mayoría encabezados por mujeres—, así como el marcado envejecimiento de la población: los mayores de 85 años pasaron del 1,5% al 11,8% entre 1991 y 2022.
Especialistas advierten que esta transición no solo responde a factores económicos y sociales —como la postergación de la maternidad por motivos académicos o profesionales—, sino también a nuevas formas de vivir la individualidad. El promedio nacional de hijos por mujer es de 1,4, con cifras especialmente bajas en grandes centros urbanos como CABA (0,9).
Baja de natalidad: una tendencia en transformación
El descenso en la tasa de natalidad en Argentina resalta no solo cambios demográficos sino también sociales que afectan las decisiones de planificación familiar en el país.
La doctora en Ciencias Jurídicas y Decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral Lorena Bolzon, quien además es una de las autoras del estudio, analizó que “como ocurre con los grandes cambios sociales, este fenómeno responde a múltiples factores”, entre los que mencionó las condiciones económicas del país, la incertidumbre respecto al futuro, la migración de muchos jóvenes al exterior, al tiempo que sostuvo que “la postergación de la maternidad en favor de la formación académica y el desarrollo profesional es cada vez más común entre las mujeres argentinas”.
Los cambios en los patrones de maternidad en el país indican un claro desplazamiento, con la edad promedio para tener el primer hijo ahora situada entre los 30 y los 34 años.
En cifras concretas del trabajo, el promedio de hijos por mujer bajó a 1,4 a nivel nacional, con un mínimo alarmante de 0,9 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
“El descenso en la tasa de natalidad, como transición demográfica, podría verse como un problema desde una perspectiva económica o como un desafío a pensar políticas sociales a futuro para otra composición social”, evaluó en este punto Vilda Discacciati, coordinadora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Salud de la Universidad Hospital Italiano.
“De cualquier manera, no debería pensarse como consecuencia de políticas que permiten decisiones no-reproductivas de la mujer, por el contrario marca la importancia de diseñar estrategias que den soporte a las necesidades del envejecimiento de la sociedad”, amplió.
En el análisis de los cambios en las estructuras familiares en Argentina, se observó un incremento en los hogares sin hijos o sin menores de 18 años durante las últimas tres décadas.
Según los datos, mientras que en 1991 el 44% de los hogares no contaba con hijos menores, para 2022 este porcentaje ascendió al 57%, reflejando un incremento de 13 puntos porcentuales en treinta años.
Incremento de hogares unipersonales y monoparentales
El crecimiento de los hogares unipersonales es una tendencia notable en Argentina, donde los hogares con un solo miembro aumentaron considerablemente en los últimos treinta años. Según el estudio, en 1991, estos representaban solo el 13% del total, pero para 2022, el porcentaje había ascendido a un 25%.
En la mirada de la doctora en Humanidades y miembro del Consejo de Dirección del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, María Dolores Dimier de Vicente, estos cambios reflejan “una sociedad con una marcada tendencia al individualismo, en la que predominan vínculos sociales y familiares más frágiles”. Este escenario, señala, puede tener consecuencias a largo plazo, ya que “las funciones que cumplieron las familias a lo largo de varias décadas —desde el cuidado hasta el sostenimiento emocional y económico— no son fácilmente reemplazables”, lo que podría acarrear desafíos personales y sociales significativos.
Asimismo, los hogares monoparentales, particularmente aquellos con jefatura femenino, muestran un aumento considerable, según el estudio. Desde 1991 hasta 2010, más del 50% de estos hogares estaban encabezados por mujeres, y actualmente el 80% continúa bajo esta configuración.
El crecimiento de estos tipos de hogares superó el ritmo de crecimiento poblacional: entre 2010 y 2022, los hogares aumentaron un 31%, mientras que la población sólo creció un 15% en el mismo periodo, siempre de acuerdo al trabajo.
Consultada al respecto, Discacciati señaló que esto evidencia “primero y más literal que la mujer empieza a hacerse visible en el trabajo no reproductivo (por motivación personal o por necesidad económica)”, al tiempo que analizó: “Se debería favorecer el trabajo doméstico compartido, que aunque son algunos de los elementos en los cuales los movimientos de mujeres han tenido influencia para favorecer estos cambios, quizás se requiera aun de mayor participación del varón cis en los cuidados y el trabajo doméstico, fundamentalmente de crianza para motivar el deseo de descendencia”.