
En Junín y la región, crece una preocupante tendencia: presos condenados por robo, muchos con penas firmes, continúan cometiendo delitos desde sus celdas, aprovechando el acceso a teléfonos celulares y la falta de controles efectivos en el sistema penitenciario. La modalidad se repite: estafas telefónicas, engaños digitales y transferencias de dinero a través de billeteras virtuales, en una red delictiva que conecta a internos con cómplices afuera.
El caso más reciente expone la magnitud del problema. La Sección de Investigaciones Cibercrimen de Junín logró desbaratar la banda del "código trampa", una organización criminal que operaba desde diversas localidades de la provincia de Buenos Aires y, lo más grave, desde al menos tres cárceles bonaerenses: la Unidad 30 de General Alvear, la Unidad 9 de La Plata y la Unidad 39 de Ituzaingó. Entre los detenidos, había internos condenados por delitos graves como abuso sexual y tentativa de homicidio.
La mecánica era sofisticada: desde las cárceles, los delincuentes contactaban a sus víctimas a través de WhatsApp, se hacían pasar por empresas de telefonía o conocidos, obtenían los códigos de verificación y tomaban el control de las cuentas. Luego, solicitaban dinero a los contactos de las víctimas y lo distribuían en billeteras virtuales como Claro Pay, Naranja X y Personal Pay, utilizando redes de familiares y cómplices para lavar el dinero.
La investigación, dirigida por la fiscal Vanina Lisazo y el Juzgado de Garantías N.º 2, detectó un patrón de asociación ilícita: una estructura piramidal, con roles bien definidos, que incluía a los propios internos como cerebros de la operación. Tras seis allanamientos simultáneos en General Alvear, La Plata, Ituzaingó, Luis Guillón, Adrogué y Grand Bourg, se secuestraron celulares, notebooks, tarjetas SIM y documentación vinculada a las estafas.
El 27 de mayo pasado, otro operativo en la Unidad Penitenciaria 13 de Junín dejó al descubierto un esquema similar. Federico Bruno Ubillas, un interno de 32 años condenado por robo, fue detenido nuevamente dentro de la cárcel por estafas reiteradas. Desde su celda, realizaba llamadas haciéndose pasar por un vecino conocido para engañar a comerciantes locales: en al menos dos casos, intentó retirar mercadería —electrodomésticos y pintura— con fletes enviados a la ciudad de Pergamino. La maniobra no prosperó en todos los casos gracias a la desconfianza de los comerciantes, pero revela cómo los teléfonos celulares son herramientas clave para seguir delinquiendo incluso tras las rejas.
La investigación judicial sigue su curso, pero lo cierto es que el delito digital avanza más rápido que las soluciones. Y mientras tanto, la preocupación crece en Junín y toda la región.
La historia comenzó como tantas otras: con una llamada telefónica que parecía de rutina. Un vecino de Junín atendió un supuesto llamado de la empresa Claro, que le ofrecía migrar los datos de su viejo celular al nuevo. El hombre, confiado, entregó el código de verificación de su cuenta de WhatsApp. En segundos, los delincuentes se apoderaron de su línea y comenzaron a pedir dinero a sus contactos. Uno de ellos cayó en la trampa y transfirió más de 1,4 millones de pesos a una cuenta de Claro Pay a nombre de una mujer.
A partir de este hecho, la Sección de Cibercrimen de Junín, con la fiscalía de la Dra. Vanina Lisazo y el Juzgado de Garantías N.º 2 a cargo de la Dra. Marisa Muñoz Saggese, inició una investigación que destapó una red criminal sofisticada y ramificada, con sedes en distintos puntos del país: General Alvear, La Plata, Ituzaingó, Luis Guillón, Adrogué y Grand Bourg.
El operativo final, realizado el 27 de julio, incluyó seis allanamientos simultáneos, en los que participaron efectivos de Cibercrimen de Junín, Bragado, La Plata, Luján, Chivilcoy, Pilar, Florencio Varela y Matanza, junto a fuerzas especiales del FOE, Infantería y GAD. Los resultados fueron contundentes:
Tres detenidos dentro del Servicio Penitenciario Bonaerense (en las Unidades 30 de General Alvear, 9 de La Plata y 39 de Ituzaingó), dos de ellos con condenas firmes por delitos graves como abuso sexual y tentativa de homicidio.
Tres domicilios allanados, con el secuestro de celulares, notebooks y tarjetas SIM utilizadas para perpetrar las estafas.
Transferencias cruzadas y patrones de lavado de dinero detectados en billeteras virtuales como Claro Pay, Naranja X y Personal Pay.
Los investigadores concluyeron que no se trataba de casos aislados, sino de una verdadera asociación ilícita, con tareas diferenciadas: captación de víctimas, ejecución de estafas, recepción y dispersión del dinero, y limpieza digital de las huellas.
“Estamos frente a una organización con base en distintos puntos del país y conexiones dentro del mismo sistema penitenciario. Utilizan tecnología y billeteras virtuales para engañar a víctimas, operar con rapidez y borrar rastros antes de ser detectados”, explicaron fuentes judiciales.
El drama de los "ladrones remotos" también golpeó en Junín. El pasado 27 de mayo, tras una investigación de la DDI local, se descubrió que un interno de 32 años, alojado en la Unidad Penitenciaria 13, realizaba estafas telefónicas desde su celda.
El modus operandi era similar: el delincuente se hacía pasar por un conocido vecino, llamaba a comerciantes para solicitar mercadería que luego retiraba un flete con destino a Pergamino. Gracias a la desconfianza de uno de los comerciantes, la maniobra fue detectada y abortada. Sin embargo, en al menos otro caso, logró hacerse de ocho latas de pintura sintética.
La orden de allanamiento permitió secuestrar en la celda un celular Motorola Moto G8 Play, herramienta clave para cometer las estafas.