
por Agustín Panizza
Cada 7 de junio, el Día del Periodista invita a mirar hacia atrás y repensar el oficio. En tiempos de redes, clics y urgencias, es importante encontrar historias que conserven el romanticismo del periodismo como vocación. Roque Casciero es una de ellas. Periodista musical, juninense, con casi cuatro décadas en Buenos Aires, su recorrido desde la redacción de La Verdad hasta las páginas de Rolling Stone y Página/12 resume una vida atravesada por la escritura, la música y las pasiones.
“El interés por lo periodístico creo que siempre estuvo en mí. Mi viejo trabajaba en La Verdad, y a mí me llamaba mucho la atención ese mundo. Recuerdo ese trayecto entre el diario y la radio, el lugar donde estaban las máquinas que imprimían, ese olor a tinta... eso me quedó súper grabado”, recordó.
La vocación, dice, “siempre estuvo”. Aunque al principio no lo supiera del todo. Fue recién con un episodio aparentemente casual que empezó a tomar forma: “Tenía 13 años y fui solo al Cine Cristal de Junín a ver en pantalla grande el recital de Queen en Buenos Aires. Era plena dictadura. Al día siguiente fui al kiosco Luisito, en Arias y Cabrera, a comprar la revista Pelo porque vi que estaba Queen en la tapa. Y en la primera página decía: ‘Murió Bob Marley’. Me impactó muchísimo porque no sabía quién era. Y no podía ser que yo no supiera quién era. Tenía esa ansiedad por la información y por después tratar de volcarla de una buena manera. Creo que eso es como el antecedente de querer ser periodista”.
El salto a Buenos Aires y su llegada al periodismo fue progresivo. “Me vine a estudiar Análisis de Sistemas, una carrera que me duró un tiempo. Por suerte, en esos años había un empuje muy grande del periodismo, que me hizo dudar, pero cuando arranqué en TEA, la primera semana supe que iba a vivir —o morir— de eso. Pero que iba a ser eso toda mi vida”.
Sus primeros trabajos llegaron gracias a un exprofesor, Alberto López, que le abrió la puerta de La Maga, la recordada revista cultural de los noventa. “Había escrito notas sobre música, pero la primera vez que me dijeron ‘vas a escribir exclusivamente sobre música’, me puse muy contento. Lo siguiente fue: ‘Andá a cubrir el recital de Raphael en el Ópera’. Al principio me quería matar, pero después fueron tres horas y media muy divertidas”.
A partir de allí, todo fue conexiones, constancia y talento. Un viaje a Washington para cubrir el Tibetan Freedom Concert, una entrevista con Jarvis Cocker que terminó acercándolo al Suplemento No de Página/12, donde comenzaría una etapa clave de su carrera. “Después empecé en Rolling Stone, donde también estaba Fernando Sánchez, con quien había trabajado en La Maga. Las conexiones, y una mínima capacidad como para hacerlo, fueron claves”.
El listado de artistas entrevistados impresiona: Bowie, Lou Reed, Pixies, Sonic Youth, Johnny Marr, entre otros. Pero más allá de las estrellas, hay dos hitos que destaca por encima del resto. “El primero es el libro de Babasónicos. Fue muy especial porque contaron cosas que no habían contado nunca. Y el otro es Silencio, la web de música que hicimos durante cinco años a pulmón. Creo que fue el último gran medio de música que hubo, no por presupuesto, sino por ideas”.
Roque habla del presente del periodismo con crudeza: “Lo que significaba el periodismo cuando empecé es muy diferente de lo que significa hoy. Antes era una herramienta crucial para que la gente pudiera informarse. Hoy se malinforma incluso a través del periodismo. Las redes han empobrecido al oficio. Los medios, comparándolos en calidad, son mucho peores que hace unos años”.
“Yo durante años de docencia, en la primera clase, les decía a los alumnos: ‘Bienvenidos al mejor oficio del mundo’. Hoy no les puedo decir eso. O les enseño un oficio viejo o uno nuevo que no está bueno”, confirmó.
En el terreno de la cultura y espectáculos, el panorama tampoco es alentador: “Está lleno de notas pensadas para atraer clics. Casi no hay lugar para la crítica. Me parece nefasto. La falta de reflexión hace que las obras duren menos. Nadie escribe sobre ellas, nadie les da sentido”.
A pesar de todo, no reniega de los valores esenciales que le dieron sentido a su recorrido: “El primero es la honestidad. Y el segundo, la voracidad por saber cada vez más y poder comunicarlo”.
Aunque hace 39 años que vive en Buenos Aires, sus raíces juninenses están muy presentes. “Tengo millones de recuerdos de Junín. Viví ahí hasta los 18. No sé si están tan relacionados con lo que hice después, pero sí con la calidez. Una vez Fito Páez me dijo: ‘Vos no sos de Buenos Aires, ¿no?’. Le dije que era de Junín. Y me respondió: ‘Ah, tenés una calidez que no es de Buenos Aires’. Supongo que eso viene de donde soy”.
¿Volvería a vivir en el interior? No parece. “A mí me gusta el quilombo. Gente de acá dice: ‘Me voy a vivir a un country’. Yo no. Dejámelo lo más cerca del centro que se pueda”.
La respuesta llega sin rodeos. “Le diría que se busque otra carrera, lamentablemente. No sé cuánto va a durar el periodismo tal como lo conocemos. Y no estoy seguro de que lo que viene sea mejor. Capaz me agarraste en un día muy negativo, pero no estoy muy seguro de que esté bueno lo que viene para adelante”.
Y sin embargo, con cuatro décadas dedicadas a informar, a escribir, a contar y escuchar historias, Roque Casciero es la mejor prueba de que el periodismo todavía tiene sentido.