
Mario “Cachi” Capogroso tiene 68 años, es kinesiólogo, atleta y disfruta de una vida plena.
En diálogo con El Diario del Lunes, el reconocido profesional juninense consideró que para lograr y disfrutar del bienestar “no importa la edad, sino importa que siempre tengamos objetivos por cumplir”.
Además, aseguró que los pilares de su felicidad se basan en el trabajo, la familia (esposa, cuatro hijos y dos nietas) y el deporte.
-¿Cómo surge su pasión por el atletismo?
-Siempre tuve pasión por la actividad física. Desde chico practiqué muchos deportes y tal es así que hoy, más allá de mi profesión de kinesiólogo, antes de esto estudié el profesorado de educación física. Es decir que siempre estuve vinculado al deporte. Y una vez que dejé de jugar al fútbol, seguí corriendo, como actividad, como hábito, y lo hago por placer más que nada.
-¿Desde cuándo entrena y con qué grupo?
-Yo corría habitualmente en forma individual, sin tomar tiempo, sin distancia, hasta que una amiga me invita a participar del grupo del profe Juani González, que es el grupo de Código de Running. Bueno, a partir de ahí cambia un montón todo. Me estimuló mucho más la pasión, te motiva el trabajo en grupo, te compromete, te mejora en todos los sentidos. Te brinda la posibilidad de compartir con ellos hasta alguna competencia. Así que eso fue un cambio muy importante para este desarrollo.
-¿Qué representa en usted el atletismo y el deporte en general?
-Mirá, en realidad todos los deportes para mí significaron siempre un estímulo de adrenalina. Ya te digo, yo participé en básquet, en natación, en fútbol y después, bueno, ya cuando abandoné todas esas actividades, siempre desarrollé el correr como una actividad placentera. El hecho de estar al aire libre y poder realizar la actividad, eso a mí me llena de mucha satisfacción.
-¿Tiene en mente algún desafío como atleta?
-Cada competencia que uno se anota puede interpretarse como un desafío, desafío contra uno mismo, a superarse, pero bueno, no más que eso, a esta altura de mi vida, todo lo que viene como actividad que yo pueda desarrollar, en realidad es un logro y uno lo mide por el placer que le genera poder estar en actividad. No lo tomaría como un desafío, pero sí el hecho de tener logros día a día, de poder realizar la actividad, simplemente, con eso uno está completo.
-Ya un poco a la distancia, cómo vivió su jubilación del Hospital Piñeyro, después de tantos años como jefe del Servicio de Kinesiología.
-Obviamente me representó un montón de sensaciones diferentes. El hospital fue gran parte de mi vida, como formador de persona y como formador profesional. Son innumerables las satisfacciones que tuve durante toda mi estadía con la gente hospitalaria, tanto pacientes como compañeros. Yo estuve 37 años ahí y bueno, la verdad que me costó desprenderme de eso. Pero bueno, es una etapa cumplida y con enormes satisfacciones, que hoy me permite, a la distancia, tener muy buenos recuerdos. Le dediqué mucho al hospital y el hospital me dio mucho también en diferentes formas. Así que solo guardo el mejor de los recuerdos de la gente que pude compartir el trabajo y ni qué hablar de los pacientes que me han manifestado muchas veces su aprecio.
-¿Continúa ejerciendo?
-Sí, hoy sigo ejerciendo la profesión, por suerte, hasta que me echen de donde estoy trabajando (risas). Sí, sigo atendiendo en un consultorio privado y bueno, ahí me doy el gusto de poder seguir haciendo otra de las cosas que más me gusta, como lo es mi profesión.
-¿Qué reflexión nos puede compartir sobre esa instancia de recibir el beneficio jubilatorio?
-Y bueno, cuando se acerca la jubilación, como palabra jubilación, digamos, supone el fin de una actividad, de una vida activa, digamos. Y lejos de serlo, uno siempre tiene proyectos por realizar, objetivos por cumplir. Y en eso seguimos, con proyectos, objetivos, tanto en lo profesional como en lo familiar, como en algún emprendimiento que te haga sentir vivo. Y siempre haciéndolo con mucha pasión, es la única manera.