11/07/2025 - Edición Nº232

Opinión

Casinos y apuestas online

Concientizar no es suficiente

29/06/2025 10:29 |


por Agustín Panizza


En las escuelas, en los clubes, en centros comunitarios, se multiplican las charlas de concientización: “El juego puede ser adictivo”, “Cuidate de la ludopatía”, “Apostar no es un juego”. Y está bien que existan. Está bien que se hable del tema. Pero hay algo que no cierra.

¿Cómo puede ser que, mientras se educa a chicos y chicas para que no caigan en el mundo de las apuestas, el Estado permita que las casas de juego online estén a un clic de distancia? ¿De qué sirve advertir a los alumnos sobre los peligros del juego si, al salir del aula, pueden acceder desde su celular a una ruleta virtual o a una app de apuestas deportivas que les promete multiplicar su plata sin esfuerzo?

Nos dicen que el problema está en la adicción, que debemos ser responsables. Pero el verdadero problema está en la disponibilidad, en la impunidad con la que estas empresas operan, se publicitan y crecen.

El juego online está al alcance de todos, desde la cama, el sillón o el colectivo. No hay restricciones reales, los controles de edad son formales y fácilmente evadibles, y el bombardeo publicitario se metió incluso en las camisetas de los equipos de fútbol que nuestros chicos idolatran.

Hace no tanto, la sociedad dio un paso firme con el tabaco cuando se prohibió su publicidad en medios masivos, en el deporte, en la vía pública. Se entendió que, si algo es nocivo, no puede promocionarse como algo cool o deseable. ¿Por qué no se aplica la misma lógica con el juego?

Porque el juego online, como tantas otras adicciones modernas, deja buenas ganancias. El daño se asume como un costo colateral. El discurso oficial dice “concienticemos”, mientras se firma la habilitación de más plataformas. Nos enferman, nos dejan solos, y cuando caemos, nos entregan un folleto y un número de teléfono.

Las charlas en las escuelas son necesarias, pero no pueden ser la única estrategia. No se le enseña a nadar a alguien y se lo empuja al mar abierto al mismo tiempo. Si se quiere proteger de verdad, hay que ir a la raíz del problema: regular, restringir y prohibir donde haga falta.

Prohibir el juego online o, al menos, limitarlo severamente, sería un gesto concreto de cuidado. Quitarle el disfraz de entretenimiento y mostrarlo como lo que es, un negocio que, en su formato actual, se alimenta de la desesperación, la ilusión y la adicción.

No alcanza con decir “cuidate”. Hay que cuidar. Y para eso, hace falta decisión política para limitar el juego online, así como lo hacen distintas ciudades en las que no se permiten salas de casino o bingo para el juego presencial.